¿A quién no le gusta que le hagan un regalo? Seguramente es una de las acciones que más despierta nuestros sentidos. Se trata de una nomenclatura social que está intrínseca en la naturaleza humana (dar, recibir y devolver).
Si este “presente” nos lo llevamos al mundo del Marketing, y según palabras de Belk a finales de la década de los setenta: “el principal valor del regalo es simbólico, desplazando el valor económico y funcional a un segundo plano”.
Este es precisamente el éxito de los regalos de empresa, no es qué regalen, sino cómo lo regalan y la capacidad de establecer un “porqué”.
Llevo 20 años en el mundo de la publicidad y el marketing, y son muchas las campañas de fidelización en las que he tenido el placer de participar. Una estrategia que utilizo bastante es el “event marketing”, aunque tiene un tiempo de preparación y unos recursos que suelen ser superiores a cualquier acción de regalos de empresa.
Recuerdo que hace un par de años, contacté por Internet con la empresa Creapromocion.com (les dejo enlace de su entrevista por si la quieren conocer mejor). Yo tenía poco tiempo y, además, pocas ideas. Lo que más me sorprendió es que, en vez de preguntarme qué quería, me preguntaron para cuándo lo quería. Y es que “el qué” seguramente lo tenían, pero “el cuándo” era importante para cumplir con sus estrictos y eficaces plazos de entrega. Me recomendaron unos paraguas personalizados, ya que era una campaña en una ciudad donde llovía más de 120 días al año.
Pero los regalos de empresa no solo sirven en marketing como acción de fidelización. Sus impactos son “infinitos”. Intenten hacer memoria de los bolígrafos que tienen en el lapicero de su escritorio, de los mecheros que llevan encima los fumadores, de las camisetas que se ponen para ir a practicar algún deporte… Muchos de estos ítems tienen publicidad; y se trata de apariciones recurrentes que llegan a infinidad de público.
Mi recomendación es que incluyan partidas en sus Planes de Marketing destinadas a los regalos de empresa. Además, pueden incluso hacer distinciones. Hay empresas que invierten en menor número pero en mayor calidad. Pretenden obtener embajadores de sus marcas, personas que, contentos por el regalo de calidad que se les ha dado, practican eso del “buzz marketing” (boca a boca de toda la vida), promocionando la marca de la empresa de forma totalmente natural y orgánica.
Y les digo más, los empleados también pueden formar parte de esta “ecuación”. No solo podrán tener por embajadores a sus clientes, los empleados probablemente sean quienes más y mejor les podrán vender. Conocen la idiosincrasia de la empresa, sus potencialidades, los productos/servicios mejor que nadie.
Los “claim” de estos presentes pueden ser muy diversos. Dependerá de lo que ustedes vendan, de si es producto o servicio, de si ahora lo que requieren es aumentar la imagen de marca, y un largo etcétera.
Aunque siempre podrán optar por elementos tradicionales como bolígrafos, camisetas o gorras, en la actualidad a muchas opciones interesantes y que son más novedosas, como por ejemplo bidones de agua personalizados para llevar a la oficina o gimnasio, altavoces bluetooth para escuchar música o radio desde su móvil, incluso bolsas de la compra, ahora que se ha puesto el tema muy serio con el plástico. Aunque todo dependerá del tipo de empresa, entorno, presupuesto y, cómo no, de su público objetivo. Difícilmente realizaría la campaña de paraguas en Fuerteventura o Lanzarote…
Les decía antes que lo que se regale igual es lo de menos, lo más importante es que el cliente denote el “porqué” se lo están regalando. Tienen que hacer que los clientes se sientan especiales, que se den cuenta que no son una simple venta, un mero número, sino alguien con nombre y apellidos.
Un saludo.
Rayko Lorenzo.