Los olores son casi perennes… Cuando alguna vez huelo a “plastilina”, me vienen infinidad de recuerdos de la infancia en el parvulario, de mis amig@s “Lorenita”, “Rivero”, “Víctor”, “Senén” o “Abraham”… algo que solamente ese olor me permite revivir. Lo mismo cuando el aroma es de postre de galletas y café, recuerdas los cumpleaños del Drago rodeados de “mirindas” y “medios sándwiches” de mortadela… Fíjense:
Los seres humanos recordamos el 35% de lo que olemos…
Esta afirmación puede sonar a poco, pero según una universidad americana, solamente recordamos el 1% de lo que tocamos, el 2% de lo que oímos o el 5% de lo que vemos. ¿A que ya no suena a poco?
Cada vez son más las empresas que utilizan “aromas” como estrategia de marketing. Se han dado cuenta que pueden llegar a influir en la decisión de compra del cliente potencial. Ya no se trata de buscar al cliente a través de impactos de visión, estamos hablando de evocar emociones a través del olfato que puedan aumentar ventas, visitas o recomendaciones.
Además hay una cosa clara, el consumidor cada vez es más reacio a consumir publicidad, ¡está por todos lados!. Al día recibe tantos impactos publicitarios, visuales y auditivos, que no permite trabajar al subconsciente, algo que el marketing olfativo logra en la mayoría de ocasiones… Tenemos que tener en cuenta que los aromas penetran a las zonas más profundas del cerebro, aquellas que suelen llamarse “más primitivas”.
La capacidad de atracción o reclamo es la acción más conocida de esta tipología de marketing. Se suele asociar al sector de alimentación o gastronómico. Imagínense pasando por una calle del centro de su ciudad, y que repentinamente la cafetería que está a su lado desprende un olor a café irresistible… O los grandes centros comerciales, potencian por ejemplo el olor a “palomitas” para que no entres al cine de vacío… Si aúnas estas estrategias con la colocación estudiada del producto en un gran supermecado, tienes la combinación perfecta… Desde el acceso al “super” de turno, “lanzan” aroma de pan recién horneado que penetre hasta esas zonas primitivas del cerebro… la panadería está en el punto más lejano a la entrada, por lo que tendrán que recorrer absolutamente todas las instalaciones para ir a por el pan, seguramente acabarán “picando” algo más por el camino.
Podría destacar el caso de Dunkin’ Donuts. Utilizó la dispersión de partículas con olor de café recién hecho en los autobuses, justo en el mismo momento en que en la radio sonaba una cuña publicitaria de la marca. Esta acción que se desarrolló en Corea del Sur, generó un crecimiento de consumidores del 16%, aumentando las ventas en los establecimientos del entorno de las paradas de autobuses, en casi un 30%.
Al marketing olfativo le queda mucho recorrido… Comienzan a ponerse de moda los “odotipos”, o lo que es lo mismo, el “aroma de marca”. Son fragancias personalizadas para las empresas con las que pretenden establecer un fuerte y recordable vínculo de marca con el cliente.
Kevin Roberts lo deja claro en su libro “Lovemarks”:
Los sentidos son difíciles de anular, en especial el olfato, ya que deberíamos dejar de respirar para no percibir los olores. Son directos, provocativos e inmediatos…
Como ven, esta línea del marketing puede generar recuerdo, captar clientes, reforzar la imagen de marca… Posiblemente sea la técnica más efectiva para comprar algo que no teníamos pensado, pero que esa “fragancia” nos recuerda que sabe bien…
Y ustedes… ¿recuerdan algún olor de la infancia? Yo voy a por unas “plastilinas” que necesito provocar a mi reminiscencia…
Un saludo.
Rayko Lorenzo.
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