Milan Kundera dijo:
“La estupidez consiste en tener una respuesta para todo. La sabiduría proviene de poseer, para cada cosa, una pregunta”.
Hoy, las tecnologías pueden reemplazarnos, generando automáticamente contenidos sobre cualquier tema, respondiendo a preguntas específicas y creando consejos personalizados. Una nueva generación de contenidos nos invade, tanto en cantidad como en la profundidad de los temas.
¿Qué pasará con los artesanos del marketing? ¿Correremos la misma suerte que las pequeñas tiendas de barrio frente a los grandes centros comerciales?
Estamos rodeados por herramientas que nos permiten hacer de todo; sin embargo, si me preguntan en qué actividad estas herramientas aún no pueden reemplazarnos efectivamente, diría que es en la orientación, sin duda alguna.
Los verdaderos profesionales del marketing adoptarán cada vez más un enfoque de análisis y respuesta a preguntas tales como: “¿Por qué no soy relevante?”, “¿Por qué no se ponen en contacto conmigo?” o “¿Qué estoy haciendo mal?”
En mi trabajo, a menudo actúo como psicólogo, sociólogo, coach, creativo y, en algunos casos, hasta como terapeuta. Algunos clientes carecen de un objetivo claro, de un modelo de negocio definido, y, a menudo, ni siquiera son conscientes de su potencial.
El marketing no puede salvar un proyecto sin rumbo.
No cobramos por la información, algo que siempre he evitado; esta se puede encontrar por doquier en la red. Cobramos por la experiencia, la empatía y la profesionalidad, cualidades que no se le pueden exigir a una inteligencia artificial, a una newsletter gratuita o a un tutorial de YouTube.
El marketing solo tiene futuro si se le ama, si se posee humildad, curiosidad y un deseo sin límites de ser útil. Cuando el problema de tu cliente se convierte en tu problema, entonces es posible vivir del marketing. Pero, para obtener grandes resultados, primero debemos hacernos preguntas incómodas.
El gurú del management, Peter Drucker, nos legó un breve libro, “Las cinco preguntas más importantes”, publicado en el 1993, en el que destaca cinco cuestiones esenciales que todo el mundo -tanto empresas como individuos- debería plantearse.
Tómate tu tiempo para reflexionar y responder a estas cinco preguntas nada sencillas. Podrían marcar la diferencia para ti y para el futuro de tu empresa:
¿Cuál es tu misión?
Por “misión”, una palabra que estaba muy en boga hace años, cuando se escribió el libro, podemos entender el conjunto de objetivos a largo plazo de una empresa o profesional. Drucker enseña que “la declaración de misión efectiva es breve y está bien enfocada. Debe caber en una camiseta. Explica por qué haces lo que haces, no los medios con los que lo haces”. Tu objetivo a largo plazo es el elemento que debe estar siempre en el centro de cualquier táctica que adoptes en los próximos años. Cambiar de dirección significa volverse incoherente, incomprensible e ineficaz.
¿Quién es tu cliente?
El cliente se identifica a través de la necesidad. ¿Cómo vas a satisfacer la carencia o necesidad de un determinado grupo de individuos?
¿Qué valora tu cliente?
¿Conoces realmente a tus clientes, has hablado alguna vez con ellos? Debes anticiparte a sus preguntas y demostrar que los conoces en profundidad. Drucker advierte: “La pregunta ‘¿Qué valoran los clientes?’ -qué satisface sus necesidades, deseos y aspiraciones- es tan complicada que solo los propios clientes pueden responderla”.
¿Cuáles son tus resultados?
Las palabras son poderosas, pero los ejemplos lo son aún más. ¿Qué beneficios has aportado? ¿Qué dicen de ti tus mejores clientes? Demuestra que tienes un historial de clientes satisfechos y que has trabajado con los más influyentes, y que tú eres la solución ideal.
¿Cuál es tu plan?
“El plan incluye misión, visión, objetivos, pasos de acción, presupuesto y evaluación”. Drucker dice que debes tener un plan a largo plazo para mejorarte a ti mismo y a lo que propones al mercado. ¿Cómo vas a concretar tu plan?
Estas son preguntas incómodas, repito, pero concretas, necesarias y urgentes. Algunos podrían evitarlas alegando que no tienen tiempo o dinero para implementarlas, pero el propio Drucker, siendo el economista que era, nos recuerda:
“Puesto que el propósito de la empresa es crear un cliente, la empresa tiene dos -y solo dos- tareas fundamentales: marketing e innovación. El marketing y la innovación generan resultados; todo lo demás son costos”.
¿Estás dispuesto a asumir el costo de no responder a estas cinco preguntas incómodas?
Larga vida al marketing de calidad.
Un abrazo
Autor: Dani Palumbo
¡Muchas gracias “amico”! Sin duda, una reflexión a tu altura, no solo porque seas alto en planta, sino porque dejas huella en cualquier sitio que mores. Próximamente estarás por Madrid visitando una gran escuela, seguro que será todo un éxito tu intervención 🙂
Un abrazo.