Sé que los días son duros… El trabajo, la presión de entregas laborales, los problemas para llegar a fin de mes, la incertidumbre de saber si renovarás en esa empresa en la que acabas de entrar… La búsqueda continua de trabajo para salir de una situación complicada. Créanme que lo sé. Pero no somos conscientes de lo que tenemos. Y no se trata de compararnos con personas que lo están pasando mucho peor que nosotros, o que tristemente (hay millones), compararnos con aquellas que mueren literalmente de hambre. Consiste en un ejercicio de percepción de lo que tenemos, de lo que podemos disfrutar día a día. De darnos cuenta de que tenemos más cosas positivas que negativas, lo único es que el ser humano tiende a magnificar lo negativo y a minimizar lo positivo, sí, somos así de “masoquistas”.
Hay una frase que dice que “no todos los días son buenos, pero sí todos los días tienen algo bueno”, pues esa es mi fórmula, el ejercicio que les propongo con el título de este artículo:
¿Han probado a dormir sonriendo?
Pongámonos en situación… Ya ha acabado la película eterna de Antena3, sí, efectivamente, esa cuyos anuncios son más largos que “Lo que el viento se llevó”. O ya hemos claudicado al sueño frente al último libro que nos estamos leyendo. O ya dejamos a un lado el móvil (al fin) para disfrutar de la posición horizontal que nos merecemos. Pues bien, eso de contar “ovejitas” debe pasar a la historia. Yo una vez llegué a 1.863 unidades de este mamífero cuadrúpedo ungulado doméstico, y como coincidía con el año de la Batalla de Gettysburg, al final tuve pesadillas con disparos y muertes. Fuera bromas, les animo a que desde hoy, intenten en ese momento sonreír, recordar aquellas cosas curiosas o graciosas que ha tenido el día. Rememorar mentalmente lo bueno que hemos conseguido durante esa jornada. Revivir momentos en los que hemos solucionado problemas, pensar en positivo. Saber, imaginar o idear que mañana será un gran día que también traerá cosas memorables.
La felicidad es un mito que pasó a logo. Ya solo vale el camino, el recorrido lleno de momentos positivos que logren ser eternos; y esto último solo depende de uno mismo. Normalmente nos vamos a la cama con los problemas del día, los de mañana y los de pasado. Y me pregunto:
¿No hemos tenido suficiente con vivir los mismos, como para tener que soñar también con ellos?
Hay que intentar dormirse sonriendo. Háganlo, además, como no ves tu cara (ni nadie te la ve en la oscuridad), esbozas una sonrisa que incluso puede acabar en carcajada (cuidado las personas que tengan pareja). Y sucede este fenómeno porque realmente no sabes de qué te estás riendo, solo que puedes ser feliz incluso dentro de un mar arábigo de problemas.
Ayer por la noche lo volví a experimentar; después de arroparme (Granada no perdona pasada la medianoche), intenté dibujar una sonrisa en mi rostro… Y creo que lo conseguí, porque incluso se me olvidó cambiar la hora de mi despertador de la mesita de noche y me levanté una hora antes de lo normal. ¿Lo ven? La sonrisa me ha permitido tener una hora más de día para intentar conseguir cosas bonitas que soñar en la noche… No me gusta tanto arriesgar, es por ello que prometo públicamente cambiar la hora en el próxima modificación de horario, no vaya a ser que esta vez cuente 2.016 “ovejitas”, que me recuerden al año que hemos estado más de 300 días sin gobierno…
Un saludo.
Rayko Lorenzo.
Muy buen consejo¡ Además, cuando uno se duerme sonriendo lo más probable es que no tenga pesadillas y que sus sueños sean más positivos por lo que, seguramente se descanse más y al día siguiente te despiertes de mejor humor. Es un pez que se muerde la cola… 😀
Exacto! Las pesadillas son muy malas ,)
Un saludo! Rayko Lorenzo.
Muy bueno amigo!!! Yo suelo “dormir” pensando en ¿sonara el móvil?, de esa manera me guardo una sonrisa por siiiii, y si no lo hace, ya me rio de todo por la mañana jajaja. Un fuerte abrazo.
Esa es la actitud! Reírse por lo malo y lo menos malo.
Un abrazo.
Rayko Lorenzo.