Hacía muchísimos años que no me sentaba a escribir una carta a los de oriente. Se me ocurrió hace un par de semanas en Roma, cuando vi el árbol de navidad por fuera del Coliseo, lleno de regalos. Aunque aprovecharé, y como ahora está también Papá Noel (en mi niñez solo existía en USA a modo de Santa Claus), pues envío la carta a 2 direcciones, que los sellos no están igual de caros que la luz…
Lo cierto es que aunque esté lejos de mi familia, de mis amigos de toda la vida y de mi hogar, son fechas en las que me acuerdo mucho de ellos, de sus voces, olores, música, sonrisas y lágrimas. Son días en los que me quedo con las imágenes de ilusión de los niños al destrozar esos papeles de regalo; esos envoltorios que aunque pueden ser rebuscados, recortados y tratados con esmero y mimo previo, saben que su muerte será rápida, desastrosa y violenta.
Es por ello que quiero escribir esta carta a modo general, para que no se me escape nadie, y sin envoltorio, ¡no me gusta la violencia!; escribir a 6 grupos de personas que tengo muy presentes, como las 6 ventanas iluminadas del Coliseo. Seguro que estás en alguno de los grupos, en alguna de las ventanas…
Amigos
De aquí, de allá, del más allá… De cada uno de ustedes conservo un recuerdo, un trocito de reminiscencia que lo único que consigue es que tenga ganas de verles, aunque sea un minuto, siempre será más largo que lo que dura el papel de regalo.
“Pido en esta carta que sigan caminando firmes, decidid@s y solamente hacia delante. Sueñen despiertos, que la noche está para descansar los sueños vividos, no para “vivirlos” y que no nos acordemos a la mañana siguiente”.
Enemigos
Son a los que no tengo controlados, porque aunque dice el dicho que siempre hay que estar alerta al daño que te puedan hacer, yo prefiero ignorarlos. Puede que sea lo contrario de lo que mandan los cánones, pero no hay cosa que le siente peor que a una persona envidiosa o “enemiga”, que el don que uno le ponga a modo de ignorancia.
“Para éstos les pido larga vida; son los que me hacen más fuerte, y los que me ponen zancadillas cuando estoy despistado. Así puedo levantarme con más fuerza, que no rabia. Gracias por estar ahí (pero solo gracias por Navidad, que estoy de oferta)”
“Corbatas” corruptos (solo a los corruptos, no generalizo)
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