Corren tiempos complicados, situaciones especiales que solo cada uno de nosotros sabe lo que son. Estamos inmersos en continuas noticias negativas para con nosotros, que merman a sobremanera nuestra forma de actuar y lo que es más peligroso, de pensar.
Como “tool” fundamental de estos acontecimientos, y de una manera más que directa, se encuentra la autoestima. Este valor con el que contamos en mayor o menor medida los seres humanos, no es otra cosa que la apreciación y valoración que nos tenemos a nosotros mismos.
“La autoestima es un segundo DNI de las personas, con la salvedad de que es variable en la temporalidad”
Fruto de esta variación encontramos muchos de los problemas que el día a día se encarga de transmitirnos. Hay una ley no escrita (pero si pronunciada) que dice que… a menor autoestima, mayores serán los problemas en nuestra vida.
El nivel de este valor intrínseco, marcará el camino de las decisiones, de las aspiraciones y de la fuerza de la caída (y el colchón de esta última). Las metas, los sueños, nuestras frustraciones, aquello que queremos alcanzar y un gran etcétera, es lo que compone un puzzle en el que las piezas van y vienen en determinadas personas, como si de un ganso de collar se tratara, migrando desde la Península de Taimir hasta el Mar de Frisia…
El lograr alcanzar un nivel de autoestima alto, no es empresa fácil, por muy “cosa nostra” que sea. Debemos de partir por la aceptación propia (sin letra pequeña), no solamente en lo físico, para nada, si no en nuestras aptitudes, en saber apreciar las virtudes que tengamos, en detectar los defectos y cuanto menos minimizarlos, etc… Hay que buscar el equilibrio entre nuestras virtudes y defectos, querernos tal y como somos, y ser felices.
Sé que son muchas las piedras que el camino (y sobre todo quien anda por el), nos pone a lo largo de nuestra vida, pero como suelo decir “recoge y guarda esas piedras que algún día te harán falta”, no con objeto de volverlas a poner en el pié del que viene o va, sino para crear esa fortaleza que permita que tu autoestima esté a prueba de flechas, catapultas y galerías tortuga que con maldad, intentarán mermar la misma.
Aquellas personas que intentan rebajar tu autoestima, carecen de ella. Son incapaces de mirarse al espejo puesto que no se gustan e intentan camuflar esa inseguridad, arrebatando la seguridad ajena. Valórate más. Tú sí que debes mirarte al espejo, y si no llegas pon una escalera, y decir que vales, que vas a alcanzar tus metas y que no te hace falta arrebatar las ilusiones de otros, tienes que ganarte las tuyas a base de actitud, seguridad en ti mismo y darte un poco de ese amor que das a los tuyos, que seguro que es mucho. ¿O no?
Prueba a poner blanco sobre negro todas aquellas cosas positivas que tienes, me refiero a las cualidades, los valores y las capacidades que sabes que tienes pero no te las “recuerdas”. Y este es uno de los grandes “secretos” para mejorar la autoestima. “Si nadie te dice lo buena persona que eres, lo que haces bien, los valores que te refuerzan como persona, ¿por qué no te lo dices tú mismo?” Somos especialistas en apreciar a nuestro entorno, en enamorarnos de nuestras parejas, nuestros hijos,… ¿por qué no puedes valorarte más y repartir, con tu persona incluida, ese amor?
Muchas veces esperamos que los demás nos digan cosas “bonitas” sobre nuestra persona… ¿quién mejor conoce a nuestra persona como nosotros mismos? “El esperar, solo lo recomiendo con orden y educación en los andenes”. Tienes que pasar a la acción, tienes que ser la primera persona que te valore y te aumente la autoestima. Tienes que versar que te mereces, que te extrañas, que te quieres, que eres capaz, que nadie podrá tocar tus aspiraciones y metas, y que si las tocan, tendrás la fortaleza ya tan avanzada, que no necesitarás abandonarla o construirla desde el principio. No seas como ese ganso de collar de 30 cm. y conviértete en un cisne que tire del carro, de tu carro, como hacían estas aves con la Carroza de Venus.
¿Cuando empiezas?
Un saludo.
Rayko Lorenzo.