Es curioso como el tener sueños (en plural) implica aspirar a cosas grandes, a metas aún inalcanzables, a retos nuevos y ambiciosos… y el tener sueño (en singular), a un estado de cansancio generalizado, a que los párpados pesen como una piña de plátanos de invernadero de Tazacorte, o a que por mucho que quieras permanecer despierto, es un susurro que te llama cada vez más fuerte a dejar de existir en vida hasta la mañana siguiente…
Los sueños tuvieron que ser un invento español, lleva “ñ”… y los españoles, a parte de algún político, siempre hacen buenos inventos, véase la siesta por ejemplo.
Fuera bromas y centrándonos en un tema que me apasiona, hoy les hablo de los sueños, de esos “semiratos de desconexión” de la realidad, en los que nuestra imaginación se transporta tan lejos que cuesta volverla a atrapar. Pero no se confundan, soñamos mucho más despiertos que dormidos, y mi consejo es que lo sigan haciendo así.
“No sueñes en la cama… La noche está para descansar la mente y coger fuerzas para soñar despierto”
Decía que soñamos más durante el día que por la noche, y es cierto. ¿Quién no ha pensado mientras espera ese autobús que se hace de rogar, en conseguir trabajo o en que te toque la lotería? Con casi toda seguridad, creo que tod@s levantaríamos la mano. Sin embargo en la noche, los sueños suelen ser intermitentes. Si son buenos, apenas nos acordaremos a la mañana siguiente o nos despertaremos justo cuando estamos a punto de alcanzarlos. En cambio, si son malos, nuestra mente hace que nos acordemos mucho más… y que la misma maldad de esos sueños, nos despierte de pronto a modo de pesadilla.
“Las pesadillas déjalas para las películas de Wes Craven”
Nos confundimos al pensar que los sueños se hacen realidad. Los sueños son una falacia si no intentamos hacerlos reales. Los sueños no tienen pies, manos, cerebro y sentimientos, tú sí. Sin sueños no hay deseos, pero sin deseos tampoco podrían existir los sueños. Los sueños van más lejos que las metas o los retos. Éstos últimos son más cortos en pretensiones y en distancia…
“Los sueños son más difíciles de alcanzar que las metas o retos, porque los sueños son eternos”
Si tienes un sueño tan solo tienes que ir a por él. Pero ir con convicción. Mirándolo a la cara y que te vea que lo miras. Acercándote de manera constante y segura. Diciéndole que tú estás ahí, y que vas a por él. Si es necesario toma un nepente, esa bebida que los dioses utilizaban para aliviar el dolor y que les permitía alcanzar sus grandes hazañas.