Cuando era algo más joven (solo algo) y cursaba mis estudios de bachiller en el Instituto Cándido Marante de mi pueblo natal, tenía un profesor de Historia del Arte cuyas clases eran más de valores que de arte. Fue de ese tipo de mentores que con el tiempo, me di cuenta de su gran sapiencia y de que todo lo que versaba, lo hacía con el fin principal de que se nos metiera en nuestras “cabecitas” que las oportunidades están ahí, de que solo hay que visualizarlas y subirse en ellas.
Nos ponía ejemplos de la importancia de los valores (dado su amor incondicional por la música clásica) sobre autores como Beethoven, J.S. Bach, Frédéric Chopin,… sin darse cuenta de que sus palabras no calarían en mí hasta pasado varios lustros (no tantos).
Esto último fue mi error. No supe ver la oportunidad de aprovechar realmente a quién tenía delante. No detecté aquel maestro no de Arte o de Música, sino de la vida que compartía sus conocimientos con nosotros durante 3 horas a la semana. No supe ver más lejos de un lienzo de Van Gogh o de un poema sinfónico de Músorgski.
Son demasiadas las ocasiones en las que tenemos ante nosotros, infinidad de oportunidades de todo tipo, pero no somos capaces de dar el paso y aprovecharlas. Pasa ese tren sin andenes futuros y sin billete de vuelta, que dejamos escapar porque tenemos miedo al cambio, al qué dirán o a que vaya a demasiada velocidad.
“La velocidad de las oportunidades las ponemos nosotros”
Tú mism@ tienes que ser protagonista de tu historia; no juegues a ser actor de una película si puedes ser el director de una vida, de tu vida.
Las buenas oportunidades no son eternas, compasivas o más listas que tu, simplemente tienes que observar (que no ver) para darte cuenta de que debes cogerlas y no tener miedo a ampliar tu zona de confort
Para aprovechar las oportunidades, en la mayoría de casos, no necesitas estar en el sitio adecuado, a la hora exacta y en el minuto preciso… eso se llama suerte. Bajo mi humilde opinión, se trata de saber distinguirlas estés donde estés. Las oportunidades no son transparentes, las oportunidades no parten del exterior hacia el interior, no, todo lo contrario, salen desde tu percepción interior que actúa a modo de imán. Pero suele ser un imán temporal, aquellos que pierden en demasía sus propiedades una vez que cesa la causa que provoca el magnetismo. Mantén vivo ese magnetismo con herramientas como la positividad o la autoestima.
Ya tendrás tiempo de lamentarte, no te preocupes si te gusta hacer esto, tendrás días (y noches) “a raudales” para ello. De todas las oportunidades se extrae un aprendizaje, pequeñas, grandes, buenas o menos buenas, aprende de ellas y de aquellos que quieran hacerlas ver. A mi me costó varios años descubrir esto último, no pierdas el tiempo como lo hice yo. Será eternamente mejor sudar por alcanzar esos sueños a modo de oportunidad, que lamentarse por no haberlo intentado.
¿O no?
Un saludo.
Rayko Lorenzo.