Si algo tenemos los humanos es imaginación. Soñamos con que nos toque la Lotería de Navidad, con que seamos los agraciados de ese sorteo del “Euromillón”, que por cierto cada vez ponen más difícil. Imaginamos cómo será nuestra vida en unos años, aunque hay gente más peligrosa que imagina la vida del otro más que la suya propia.
La imaginación es lista porque puede llegar a mezclar imágenes reales con aquellas que consideramos ideales. Las personas al imaginar, manipulamos la información de nuestra memoria convirtiendo elementos de la reminiscencia en una nueva realidad, en una realidad incluso paralela…
Imaginar nunca está de más. Son de las pocas cosas que nos quedan gratis (como el sonreír). Ocurre algo maravilloso en el fenómeno de la imaginación; por mucho que expliquemos lo que estamos visualizando, nadie será capaz de imaginar lo mismo que nosotros tenemos en nuestra mente.
La imaginación permite, aunque pudiese parecer lo contrario, entender mejor la realidad.
Edward de Bono, en su obra (que recomiendo) “New Think: The Use of Lateral Thinking” (1967), hablaba del “pensamiento lateral”. Explicaba cómo a través de la imaginación, de una manera totalmente indirecta, se podía llegar a la resolución efectiva de problemas. Versaba que el pensamiento lateral organizaba los pensamientos y sus procesos para buscar soluciones poco ortodoxas… Soluciones que pasarían desapercibidas en el pensamiento lógico con el que siempre trabajamos.
Y es que no hay mejor acción para intentar llegar al fondo de un problema o cuestión, que la de “salir al balcón”. La de ver las dificultades desde otros ángulos. Denotar que los problemas los solemos agrandar nosotros mismos. Precisamente esto es lo que hace el “pensamiento lateral”, logra generar ideas o alternativas que están lejos del patrón de pensamiento que utilizamos habitualmente.
Hay que dejar volar la imaginación… Esta frase deberíamos “tatuarla” en el espejo del baño.
Pero tenemos que dejarla volar intentando saber a dónde nos conduce. Hay que intentar aplicar la imaginación no solo para soñar con ese difícil “Euromillón”. La tendríamos que usar para problemas del trabajo, personales, familiares…
Los niños son mis ídolos en esto. Imaginan que son guerreros, héroes, princesas… Recrean épicas batallas con un palo de chupachups, una bolsa de papel kraft y un capuchón de bolígrafo BIC. ¿Por qué a medida que crecemos vamos perdiendo la imaginación? Sencillamente porque con la edad nos volvemos más racionales. Vamos entrando en un mundo en el que las cosas son así porque así nos las hemos encontrado. Un mundo donde ya no solo hemos dejado de imaginar, sino que también hemos dejado de hacernos preguntas…
Fíjense lo importante que es la imaginación, que protege incluso a los más débiles. ¿Alguien de ustedes tuvo un amigo imaginario de pequeño? Las personas que hayan contestado que sí, deberán saber que en un 5% lo tuvieron por aburrimiento, y en el 95% porque necesitaban protección y compaña indirecta.
Hay que intentar dar un uso más correcto a la imaginación… Tratarla mejor, verla como una amiga cercana… Todo lo que ahora ven, ha sido de alguna forma imaginado antes. Planteen nuevos escenarios, salgan de esa afamada y maldita “zona de confort”, piensen en alternativas que no tengan un pensamiento demasiado lógico.
En un sensacional artículo del Catedrático en Filosofía D. Lluis Pifarré, leí lo que escribió en 1980 J.J. Servan-Schereiber en “El Desafío Mundial”. Comentaba el fenómeno que había supuesto la explosión económica de Japón en los sesenta. Señalaba que una de las causas de ese brutal desarrollo en un país de escasa materia prima, era que la mayoría de las grandes empresas niponas procedían de una generación que había sido criada por sus abuelos. J.J. Servan defendía que todos esos abuelos tenían la costumbre de contarles historias, lo cual es un factor insustituible de estímulo de la imaginación y la creatividad de los jóvenes.
Abramos las puertas, las ventanas y el corazón a la imaginación, y si no se ven capaces, solo les quedará imaginarlo…
Un saludo.
Rayko Lorenzo.
Un hábito muy recomendable compañero, el del pensamiento lateral: al 200% de acuerdo 🙂
¡Así es estimado amigo!
Un saludo.
Rayko Lorenzo.